Sentada en mi sofá, una mañana de invierno.
El cuerpo no quiere hacer nada, y la mente no deja de dar vueltas.
Los asuntos cotidianos, la intranquilidad del tiempo que pasa y se escapa, y la locura asomando por el quicio de la ventana.
Algunas veces alentada por las futuras sensaciones por vivir y la angustia de que los buenos momentos vividos, ya no volverán nunca.
Planteamientos, vueltas, y más vueltas.
Un quiero y no quiero.
Una plenitud a media asta, un atardecer ansiado, un pensamiento efímero, un aletargo de frío.
Ahora!! una canción, unos sonidos repicando directamente en el alma. Removiendo la conciencia, el descontrol del castañear de los dedos en el cristal de la mesa.
Que brutal la sensación de vivir y estar viva!!
El cuerpo no quiere hacer nada, y la mente no deja de dar vueltas.
Los asuntos cotidianos, la intranquilidad del tiempo que pasa y se escapa, y la locura asomando por el quicio de la ventana.
Algunas veces alentada por las futuras sensaciones por vivir y la angustia de que los buenos momentos vividos, ya no volverán nunca.
Planteamientos, vueltas, y más vueltas.
Un quiero y no quiero.
Una plenitud a media asta, un atardecer ansiado, un pensamiento efímero, un aletargo de frío.
Ahora!! una canción, unos sonidos repicando directamente en el alma. Removiendo la conciencia, el descontrol del castañear de los dedos en el cristal de la mesa.
Que brutal la sensación de vivir y estar viva!!
¡María me encanta cómo escribes! Un beso, Adriana.
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