Vistas de página en total

viernes, 15 de octubre de 2010

Cambio de rasante



A pié juntillas y danzo zancadas de colibrí se pasean las manillas de mi reloj por toda su esfera en pleno ensanchamiento (nunca logré entender los digitales).
Unos o unas esperan mientras otros tardan, logrando así crear incertidumbre sobre las cuestiones que a otros les impide llegar a tiempo. Aunque estos otros también sienten incertidumbre por encontrar la excusa perfecta que les haga sentirse mejor consigo mismo por hacer esperar.
Espera/tardanza, tardanza que rima con añoranza y con esperanza, conjugando sentidos no contradictorios pero si encontrados. El tiempo. Pasa, hasta el corral.
Mientras el banco brilla por la ausencia del uso que siempre te esperó para reposar tu espera, brindandote su mejor cara para otorgarte la satisfacción de no sentirte esperando de pié.
A una semana de mi cambio de rasante, nunca dando por echo si será lo que quedé atrás la cuesta arriba o la cuesta abajo, pero claro está que supone un cambio. Y el tiempo tiene la culpa, que esta última anda pernenne solterita porque nadie la quiso, aunque con las espaldas lo suficientemente grandes como para aguantar el sobrepeso de la estupidez.
De todas formas, estas en tu casa, y las puertas las tendrás abiertas de par en par y sin cadena.
Pasaa, pasaaa!!